martes, 7 de mayo de 2013

SEÑORES, YO DEJO TODO: El puntapié inicial



EL PUNTAPIÉ INICIAL

Es sabido que ningún plan nacido en la madrugada y en compañía de Fernet puede fallar pero… ¿Y si lo que nace no es solamente un plan?

En este paréntesis entre el mar y los Andes que se hace llamar Argentina, todos tenemos un amigo cualquiera con el cual juntarnos un sábado común a tomar una bebida regular.  Es la ley de la vida, el siglo XXI así lo impone. Infinidad de noches pueden pasarse en compañías más o menos profundas, más o menos circunstanciales. Pero siempre va a existir alguien, ese único ser en el “peloto” terráqueo (ya aclararemos en el debido momento porque esta transformación del termino “globo”) con el que se puede compartir solamente lo mas importante. Y ahí es donde aparece Drumond: Desfachatado, elocuente, novio de su novia, un aguerrido de las causas perdidas pero por sobre todas las cosas, futbolero. Hasta acá nada fuera de lo común pues quien haya llegado hasta estas letras tiene algún interés legítimo por este deporte. Lo importante es diferenciar a Drumond de los demás tipos “futboleros”. 

Porque existen diferentes clases dentro de este gran rebaño en el que estamos inmersos y una de las grandes metas de la vida (además de tener un pichón de crack, plantar un arco y relatar un gol) es encontrar a alguien con quien poder pensar al mismo tiempo que “era pase atrás”, que los equipos grandes no pueden jugar con doble 5, que ya no hay marcadores de punta como los de antes. En fin, su alma gemela en el verde césped.


Se apuraba el tercer “negro” (Así vamos a llamar a la famosísima infusión de origen milanés a partir de ahora) de una noche de lluvia, ni media estrella asomaba y las oportunidades de salir a levantar algo se esfumaban para mí, temiendo una jornada donde el alcohol y el resumen deportivo que acompañaba en la TV, acabaran con todas mis ilusiones. No se si fui yo, queriendo sacar un tema de lo mas abstracto para anteponerlo a un tema de lo mas concreto como eran  los resultados de aquella fecha nefasta para mi equipo, o fue Drumond,  cuando una de aquellas copas de mas  solían ponerlo  un tanto filosófico. Haya sido de tal o cual manera la pregunta que se instaló en aquél ya lejano living de mi casa, retumba hasta hoy: “¿Qué es el fútbol para vos?"

De un momento a otro todo se envolvió  en un silencio y todo lo ameno que había sido el living de la casa de mis viejos se convirtió de un golpe en una marejada, un río revuelto que nos incomodaba cada vez mas. Nos miramos, y yo no se si fue la mamúa o el nerviosismo pero me empecé a reír como un recién salido del hospicio. Lo de Drumond, también pareció ser producto del alcohol, pero fue en forma muy diferente, se lo notaba pálido, como queriendo vomitar,  sin poder aguantarse el rechazo que le producía su silencio y el mío. En ese preciso instante nos dimos cuenta de todo. Aquello que había sido el contenido de nuestras discusiones, la razón de miles de alianzas, nuestras referencias de la infancia y aun más, todo  aquello de lo que nos jactábamos  de conocer a la perfección había desaparecido. Por primera vez fuimos conscientes que no sabíamos lo que significaba el fútbol y por lo tanto, no sabíamos quienes éramos.

En plena crisis de identidad mutua  Drumond se despertó de su trance, que solo le produjo un leve arcada, se desanudo del vaso con una velocidad que le era realmente impropia y soltó el puntapié inicial que le dan motivo a estas líneas.

No se podía hablar de un plan, como aclare antes, porque seriamente no existía nada parecido. Debíamos dejar todo, realmente todo: Nuestras familias, amigos, comodidades y vidas aparentemente ordenadas en el desorden de la ciudad. Era una expedición, un viaje, que aunque fuera de miles de kilómetros, no era mas lejos que dentro nuestro.  Nuestra identidad se decidía por penales y no podíamos negarnos.

Iríamos a buscar lo que éramos por las rutas del país. Visitando cada rincón de la Argentina para que nos ayudara a descifrar que es lo que significa el fútbol en nuestras latitudes, como se lo vive en cada punto de una república tan extensa como diversa y así, metamorfoseándonos con las experiencias recogidas podríamos encontrar la seguridad de lo que realmente significa nuestra razón de estar en este mundo.

Así fue como una buena mañana de Marzo, después de una larga y particular despedida por parte de nuestros seres queridos, todavía muy desorientados por nuestra intempestiva partida, despegamos en  “El corsario” (Que lejos de ser un caballo, era una Chevrolet Corsa modelo ´98) con el rumbo fijo en poder reconocernos al final del camino como lo que somos y a su vez haber hecho lo que nos siempre quisimos: vivir con, por y para el fútbol.

 Por Sarra

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